Ese día llegué tarde al trabajo. Por algún motivo había problemas en el tube (subte-metro), la gente iba de un lado para el otro en la estación de Hammersmith sin entender que pasaba, todos buscábamos rutas alternativas a nuestro destino.
Oficialmente, nadie sabía explicar porque había demoras, porque medio sistema de transporte estaba interrumpido, o mejor dicho y ahora mirándolo retrospectivamente, creo que nadie oficialmente podía explicar lo que realmente estaba ocurriendo en tres de las más concurridas estaciones del tube londinense.
Llegué a la oficina casi una hora mas tarde y lo que se comentaba por los pasillos era que había explotado un transformador cerca de la estación de Aldgate que había causado el gran inconveniente. La oficina, uno de los edificios de London Underground, uno de los lugares que luego se convertiría en uno de los headquarters por donde pasaba y se distribuía parte de la información al minuto de lo que estaba ocurriendo. El destino quiso que estuviera allí, ese mismo día en esa oficina.
Ubicado a pocos metros de la estación de Holborn, uno de los lugares de Central London con más movimiento de buses, taxis y oficinas, pronto se vio completamente desierto, callado, con ese silencio que solo se hace notar cuando desaparece el ruido constante que lo rodea. Pronto se escucharían solamente helicópteros sobrevolando la zona y ambulancias a la distancia, acercándose y alejándose nuevamente.
El 7 de Julio de 2005, cuatro extremistas detonaron cuatro bombas, tres de ellas en trenes y una en un bus, causando la muerte a 52 personas y lesionando a otros cientos. Cuando nos enteramos de la noticia, lo primero que paso por nuestras cabezas fueron dos cosas, primero contactar a nuestras parejas, familias o amigos para corroborar que estaban bien y segundo, comunicarles a nuestras familias y amistades en otras partes del mundo que estábamos bien.
Fue un golpe profundo para una ciudad que venia de dos alegrías. En menos de una semana se había producido uno de los conciertos mas grandes en la historia con mas de 200,000 personas que habían asistido al Live 8 y el 5 de julio, solo dos días antes de los atentados, Londres había sido designada sede de los Juegos Olímpicos 2012. El verano estaba en su apogeo y tanto el Live 8 como London 2012 le habían puesto un color especial a la ciudad, un color de alegría.
Resignación y dolor fueron mis primeros sentimientos, seguidos muy pronto por bronca e impotencia. Bronca porque todavía me cuesta creer que gente tenga en la cabeza ideales tan fuertes como para matarse a si mismo y generar muerte, dolor y daño a otras personas. Impotencia porque una vez consumado el hecho, no hay nada que se pueda hacer mas que ayudar a quienes sufrieron los atentados y preguntarse siempre si se podría haber evitado?
Muchos al leer esto dirán “los ingleses se merecen lo que les paso por la guerra en Irak o por todo el daño que han hecho a otros países” … pero no todos los que murieron eran ingleses y no dejo de preguntarme nuevamente, merecía ese joven de 21 años que iba a un curso de entrenamiento morir con la bomba? … merecía esa señora madre de dos niños perder sus piernas cuando solo estaba yendo a trabajar? … Ese señor que después de su turno nocturno volvía a casa pensando en saludar a su esposa e hijo antes de dormir, nunca llegaría a hacerlo, también lo merecía?
Repudio los atentados, repudio las manifestaciones violentas de todo tipo contra personas inocentes, repudio los ideales extremistas de ciertas comunidades, repudio las guerras injustificadas, repudio la violencia …
En memoria de las 52 personas que perdieron la vida el 7 de Julio de 2005 … nunca mas, nunca mas.